martes, julio 10, 2007

Puebla, negrura al cuadrado

Por guerrillero poblano

Lejos de ser un mero accidente de la naturaleza, detrás del alud en la Sierra Negra de Puebla, que sepultó a 32 personas dentro de un autobús de pasajeros, hay una oscura trama de irresponsabilidad oficial, desidia y corrupción en la obra pública del estado, y hasta de cinismo por parte del gobernador Mario Marín.

No era la primera vez que ocurría un deslizamiento desde que la carretera comenzó a ser construida, en 2002. Fueron frecuentes deslaves y desgajamientos, incluso dos semanas antes de la tragedia, pero las quejas de los vecinos no se atendieron.

Treinta y dos poblanos, muchos de los cuales iban a cobrar 350 pesos del Programa Oportunidades, de auxilio social, perdieron la vida en una fa tídica mañana, cuando parte de la Sierra Negra se desgajó.

“Nosotros no mandamos el agua”, fue la respuesta defensiva del gobernador Marín, al reclamársele que las autoridades no hubieran atendido repetidos señalamientos de los pobladores respecto del riesgo que implicaba transitar por esa vía.

El gobernador, quien llegó al sitio del desastre precavidamente en helicóptero, no en camioneta, debía saber para entonces que la carretera de 15 kilómetros se hizo sin estudios geológicos ni de mecánica de suelos, sin considerar las características geográficas y climáticas de la zona.

Los pobladores habían advertido ya de las grietas. Lamentablemente, estos humildes poblanos de la Sierra Negra no tenían acceso telefónico privilegiado al mandatario, ni tienen ahora servicios que agradecerle, al estilo del acaudalado industrial Kamel Nacif, acusado de pederastia, quien lo bautizó góber precioso, llamándole también “mi héroe” por “darle un coscorrón” a una periodista, para que, el mismo gobernador dijo, “aprendan otros y otras”.

Esos habitantes de la serranía no tienen botellas de cognac que regalarle al góber como muestra de agradecimiento por su gestión para hacer un camino necesario, pero cuyo costo se duplicó, pasando de 11 millones de pesos presupuestados a 22, parte de los cuales, documenta la Auditoría Superior de la Federación, se desviaron para pagar comisiones y sobornos a funcionarios estatales.

Lamentable saldo el de un gobernante que, distraído en su propio laberinto judicial, no tuvo tiempo o voluntad para atender las alertas de los más vulnerables de sus gobernados. En efecto, él no mandó el agua, pero sólo le faltó acusar a las víctimas fatales de la imprudencia de transitar por donde podía ocurrir un deslave tan grave.

Acosado por sus propias palabras, exhibido de cuerpo entero, una vez más, el mandatario poblano, tan lejano de la gente a la que debiera considerar un privilegio servir, dedica su tiempo y sus recursos, así como los del estado, a defenderse y defender a los amigos que hacen negocios en Puebla

En la tragedia de la Sierra Negra se concentran los peores vicios de un gobierno: corrupción, irresponsabilidad, indiferencia, desprecio por la gente, negligencia, insensibilidad y prepotencia.

Muchos adjetivos juntos, que en el caso del gobierno poblano actual, parecen transformarse en sustantivos. De seguir así hasta el 2011, la constante que acompañará al góber precioso, Mario Marín, será la de no salir de un escándalo cuando ya esté metido en otro.
EDITORIAL DE EL UNIVERSAL.

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