miércoles, marzo 08, 2006

LA CRISIS QUE NO SE ACABA

Por Luis Enrique Sánchez Fernández

La línea dura de López Zavala


Reza el dicho que entre gitanos no se pueden leer la palma de la mano. Sorprende entonces la actitud que frente a Enrique Doger sostuvo Javier López Zavala, el viernes anterior en Casa Aguayo.

La exigencia de callar las críticas del munícipe fue desmedida. La amenaza velada de la revisión de la cuenta pública del municipio, grosería. La sugerencia de la renuncia a la alcaldía, ignorante.

Actitud que por desesperada, patética. Exigencia, amenaza, sugerencia que todas juntas revelan intransigencia y una forma de hacer política que es representativa de otros tiempos. ¿Anuncia el ocaso de una manera de gobernar y de hacer política? ¿Anuncia que Mario Marín no ha tomado las riendas de la crisis? ¿Anuncia la confrontación del viernes que los principales náufragos del maringate ya se van?

¿Y dónde está Mario Marín?

Con todo esto: la salida de Rafael Moreno Valle, la denuncia de Enrique Doger, la permanencia de la procuradora, las amenazas de más dimisiones, el trabajo operativo de la burbuja marinista y más, la pregunta es: ¿Y dónde anda Mario Marín?

Y es que en serio, esto ya se convirtió en un asunto de estado. Más allá, mucho más allá de una actitud misógina, de un lenguaje grosero, de la utilización del aparato para favorecer a un amigo, de la pederastia, el asunto ahora es más grave.

Y se antoja la mejor salida del problema para beneficio de todos; me refiero a los poblanos. Incluidos los protagonistas del maringate y quienes ahora pretenden cerrar los ojos ante los errores cometidos.

Y en esa mejor salida o solución se requiere, se necesita, se exige la presencia del gobernador. Que él, personalmente, tome por su cuenta los hilos del problema y que los enfrente con la dignidad y entereza que dan la humildad. No sus corifeos. No los asesores de pacotilla. No lo que a punta de madrazos quieren resolver el problema.

En serio nos hace falta el gobernador. Con todo y que tenga que pagar por sus culpas.

La decisión de Enrique Doger

Enrique Doger nunca formó parte del equipo de Mario Marín. Ambos lo supieron siempre. Menos ahora en la crisis marinista.

Queda para el registro la intentona del ahora alcalde por competir por el puesto de gobernador, allá por el año 2003. Y ya en plena ruta de salida de la BUAP, con sus bonos arriba en la percepción de la sociedad, buscó una senaduría y después una diputación federal.

Desde siempre, políticos, grillos, analistas y demás, supieron de la incompatibilidad de caracteres entre el alcalde y el deteriorado gobernador. Y en corto se referían a sus diferencias y desencuentros.

Entre ellos, alcalde y gobernador, no hay mentiras ni verdades ocultas o a medias. Se conocen muy bien.

Si tal es el caso, cuesta trabajo pensar en la ocurrencia de llamar a Enrique Doger para jalarle las orejas, llamarlo a la disciplina y pedirle, ¿u ordenarle? que no hable, no critique o que no sea desleal.

En su formación universitaria el alcalde no frenará su estilo, lo que no quiere decir, por ahora, que no sea priista. ¿Porqué pensar que Enrique Doger podrá ser fácilmente amedrentado o callado?

Si tal es el caso, por qué suponer que Enrique Doger cargara con el lastre de la debacle priista o soportará en sus espaldas los terribles costos del maringate?

Poco tiempo queda para que Enrique Doger tome su decisión. Tardarse más de lo debido le restará impacto a su salida. Político hasta las cachas sabe que todo tiene su tiempo.

El PRI defeca

¿A quiénes van dirigidos los mensajes de que no pasa nada? ¿Se trata de un diálogo de sordos? Claro que pasa y mucho. Por supuesto que la situación es grave; por lo pronto no se trata de un asunto sólo mediático.

Por lo tanto, no tiende a desaparecer pronto, sobre todo si no se toman medidas estratégicas y no le bajan de yemas a la soberbia y la altanería.

Señalar que los que se van son desleales, que no hacían falta, que son oportunistas, golpeadores a sueldo, arribistas, sin ética, carentes de moral, abunda al deterioro.

Lo peor, lo insultante, que en el ánimo del ingenio barato y la ironía ramplona, carente de inteligencia, decir que "...el PRI es un organismo vivo y como tal también defeca...", para referirse a la salida de Moreno Valle, no se puede incorporar al terreno de las soluciones, ni del debate.

Esperemos, todavía correrá mucha tinta; ojalá y no sangre.

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