lunes, febrero 20, 2006

COMO SI NADA

Por Germán Dehesa

Acabo de tener una larga y fructífera plática con el compañero Jaguar, Pablo Salazar Mendiguchía. Él, como muchos otros políticos y ciudadanos comunes, se hallan sobresaltados, no tanto porque tengan algo que ocultar (y finalmente, a todos nos viene la legítima gana de ocultar algo), sino por el derecho que se han arrogado los medios para irrumpir sin ninguna justificación legal en la vida privada de las personas que, no por ser públicas han renunciado a ese derecho a la privacidad. Este asunto lo traigo como piedra en el zapato desde aquella malhadada publicación de los telefonemas de E. Esther Gordillo, el hada madrina de Madrazo (¡y qué madrina!). Alguien recordará que me pronuncié enfáticamente en contra de estos métodos y no lo hice por amor a la Gordillo, sino por respeto y salvaguarda de mi propia intimidad.

Ahora aparece este jumento que es Mario Marín. Para elaborar este veloz juicio que acabo de hacer, no me apoyo en los telefonemas, sino en su patético desempeño ante cámaras y micrófonos. El CONABU (Consejo Nacional de Burros) está contemplando seriamente su expulsión. En este caso y en los que pudieran surgir, le suplicaría a mis colegas que, por principio y por ética profesional, desecháramos todos estos testimonios obtenidos por los prófugos del CISEN que cualquier objetivo pueden tener, menos el de la procuración de la justicia. No los demos por existentes. Así de bruscos y así de tajantes.

Además, si lo pensamos bien, no necesitamos de estas sórdidas gargantas profundas que, al fin y al cabo, nos usan no sé, no sabemos, con qué objetivo. Con políticos como Marín, realmente no hacen falta grabaciones, con su puro desempeño público tienen para ahorcarse ellos solitos. El gran Marín de modo absolutamente atrabiliario y público, declaró reiteradamente "culpable" a Lydia Cacho sin haber sido juzgada y sin haber aportado la menor prueba. Es pública también la muy importante participación del señor Nacif en la campaña de Marín para la gubernatura de su Estado y de ese mismo modo, sin acudir a grabaciones, podemos detectar la presencia del empresario árabe en la administración del gobierno de este paramecio olmeca quien, a falta de mejor razón, no debería continuar como Gobernador simplemente por lo baboso que es. Y este hecho está públicamente grabado y documentado con tropical abundancia. A mí no me gusta ver a los Gobernadores de mi país balbuceando idioteces ante el implacable juicio de los supremos inquisidores de Televisa. Si él tiene una idea tan miserable de lo que es la dignidad de su gubernatura, resulta un sueño guajiro que continúe gobernando. Creo que no se da cuenta de que al usar de modo tan inepto la lengua como trapeador, se está llevando de corbata a todos sus gobernados. Todo esto que he dicho, no necesitó de grabaciones; todo es público y está a la vista.

Hoy en la mañana, me detuvo un señor en la calle y me dijo: oiga, yo soy poblano, pero no soy como Marín. Yo tampoco, le respondí.

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