viernes, agosto 04, 2006

DE TIN MARÍN...

Por Tartufo

La Jornada de Oriente, jueves 3 de agosto de 2006.

Marín-PAN. ¿Hay o no hay?
Martín Hernández Alcántara

La declaración de Mario Marín Torres ayer no puede menos que exacerbar las sospechas que se tienen desde la noche del 2 de julio acerca de que el mandatario estatal llegó a un acuerdo con el gobierno federal para conseguir librar las acusaciones que han hecho en su contra Lydia Cacho y los partidos políticos opuestos al PRI.

Aprovechando su discurso en la presentación de un libro de Pedro Ángel Palou Pérez, el góber expresó: “ninguna fuerza política por sí sola puede representar al país, que está por encima de afanes personales y por encima de mayorías y minorías (...) la observancia y el acatamiento de las leyes es obligación de las personas de cada grupo social, partido político, institución u orden de gobierno”. Un claro respaldo a Felipe Calderón Hinojosa.

Ya antes el gobierno poblano le había levantado la mano al candidato panista en calidad de “presidente electo”, levantando simultáneamente la suya como diciendo: “¡aquí estoy; no se olviden del trabajo que hice y sigo haciendo a favor del ganador!”.

Marín Torres ha negado la alianza con el abanderado y el gobierno de la derecha para “echarles la mano” en los comicios; sin embargo, cada día emergen más evidencias de que dicho contubernio debe haber ocurrido.

Existen análisis detallados sobre el comportamiento atípico de muchas secciones que por obra y gracia de algún ente metafísico votaron a favor del PAN por primera vez en su historia. Los caciques de lugares como San Francisco Totimehuacán –manejados a discreción por el secretario de Gobernación, Javier López Zavala, para atacar al alcalde Enrique Doger–, dispusieron de las listas que tenían los operadores del albiazul para encaminar a las urnas, a como diera lugar, a los beneficiarios de Oportunidades, el Seguro Popular y hasta las casas del Infonavit. La encomienda era sencilla: sufragar por el cuñado del “cuñado incómodo”.

Dos casos no resistirían la apertura de las urnas: los distritos de Huauchinango e Izúcar de Matamoros. En ambos hubo una clara ventaja para los candidatos de la Coalición por el Bien de Todos, pero a partir de las 10 de la noche del 2 de julio se gestó un arreglo entre Acción Nacional y el PRI para que los candidatos de este último aventajaran en el conteo final, impidieran el triunfo de dos postulantes amarillos y, de paso, el tricolor cobrara los servicios proporcionados en el resto de la entidad.

Habría que iniciar una línea de investigación para saber si Marín tuvo dos reuniones claves para conseguir salvar la zalea en la difícil situación en la que se colocó gracias a las “atenciones” que prodigó al infausto Kamel Nacif Borge: una, con Manuel Espino Barrientos, celebrada en Atlixco; la otra habría ocurrido en la ciudad de México, directamente con Calderón Hinojosa. El papel del ex priista poblano Javier Lozano Alarcón parece haber sido fundamental en estos acercamientos.

El gesto de crítica a Marín que ayer exhibieron los panistas no debe engañar a nadie. Es parte de la mascarada. Lo verdaderamente importante no es ni siquiera la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación –aunque no deja de ser relevante–, sino el proceso que transcurre en la Procuraduría General de la República, derivado de la demanda de Cacho y el PRD.

Claro, los políticos en general –y muy especialmente los panistas– no tienen palabra, y eso debería calcularlo el gobernador del estado, a quien pueden dejar elegantemente colgado de la brocha.

El tiempo nos dirá la verdad sobre todas estas especulaciones.

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