LA TRANSFORMACION A HOMBRE LOBO
Por Zeus Munive
Sucedió en 1998. Un reportero llamado Alejandro Rodríguez Ayala fue a una gira del candidato priista a la presidencia municipal de Puebla, quien visitaba las colonias del norte de la ciudad. El candidato dijo que si no votaban por el PRI, no recibirían los servicios públicos como son agua, luz, alcantarillado, drenaje, etc. Esa gira se realizó un sábado de octubre, a un mes de los comicios para renovar tanto el Gobierno estatal, como los ayuntamientos y la Cámara de Diputados.
El reportero, quien trabajaba para Radio Oro, el lunes a primera hora presentó el audio de la declaración del candidato y ello provocó la ira del secretario de Prensa y Propaganda del partido tricolor, por lo que mandó una carta aclaratoria para dar a conocer que lo transmitido no era cierto.
Alejandro Rodríguez se apersonó con Fernando Canales, director del noticiario En Confianza, y le presentó el audio en el que el candidato sí dijo lo que había dicho.
Al otro día, el reportero utilizó su derecho de réplica y presentó el citado audio. Y un día después, al cuarto para las diez de la mañana, el candidato con sus dos asistentes de prensa llegaron a las instalaciones de Radio Oro. Canales se levantó de su asiento y se acercó para saludarlo. El candidato, entonces, le recriminó:
—¿Dónde está ese pendejo?
—Tranquilo, candidato, tranquilo.
—¿Dónde está tu pinche muchachito?, que le vengo a romper la madre al cabrón. ¿Quiere madrazos? Madrazos va a tener.
—Pero candidato…
—Ya estoy hasta el gorro de todo lo que dice de mí, son mentiras, ésas son mentiras.
La discusión duró un poco más y el candidato se volvió un poco más que loco, se transformó. La información corrió por los pasillos de los periodistas poblanos y primeramente en dar a conocer el incidente fue Mario Alberto Mejía en el extinto El Universal de Puebla. Poco después, el también desaparecido AL de Puebla dio detalles de dicho enfrentamiento. Canales, entonces, preparó una carta aclaratoria para el AL y no así para El Universal en la que negaba dicho incidente, pues era “totalmente falso”.
Canales cuidó su chamba y quedó bien con el candidato que en febrero del 1999 se convirtió en presidente municipal de Puebla.
Alejandro Rodríguez se vio obligado a renunciar en diciembre de 1998 ante la actitud de Canales.
¿El nombre del candidato? Es muy fácil la respuesta. Además hay que recordar que el que esto escribe, en esas fechas, aún trabajaba en Radio Oro y los primeros en enterarnos del incidente fuimos los propios reporteros, pues estábamos en la cabina de radio cuando sucedió.
Si bien no se trata de cuestionar la actitud de Canales, esa ya es cuestionada de antemano, lo importante de la historia es retomar los “pinches coscorrones” que desde esa fecha se propinaban con tal soltura, que hasta un profesor de primaria se ruborizaría al decir “la letra con sangre entra”.
Durante el trienio de Mario Marín, una de las constantes era la presión a los medios por los convenios de publicidad. En una ocasión, incluso, fui testigo de cómo el director de Comunicación Social de ese ayuntamiento se jactaba ante el líder de los regidores del PAN, Fernando López Rojas, de controlar a los medios de comunicación. Dicho incidente se dio una vez que acusaron a Fernando López de ponerle cuernos a Marín en una sesión de Cabildo.
Vale Meneses le incriminó a Fernando López: “¡Ya Fernando, ya bájale! Acuérdate que yo controlo los medios”.
A la fecha se habla de un relanzamiento de imagen. Después del 14 de febrero escuchamos el dicho “es mi voz, pero no es mi voz”. En aquel 1998 también el candidato al presentar la grabación en la que condicionaba el voto por el PRI a los colonos dio a entender “es mi voz, pero no es mi voz”. En ambos casos el personaje del que hablamos trató de demostrar su fuerza a “punta de chingadazos” y con amenazas. Con medios cómplices y a modo.
¿En qué se ha cambiado de 1998 a la fecha? ¿Cuántos relanzamientos harán falta para establecer una política de medios?
Veremos en los próximos días al personaje recorrer los medios de comunicación con preguntas suaves para que la brillantina de su cabello no se vea afectada. Ese es su relanzamiento. Es decir, el mismo: ninguno.
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