EL 'MEA CULPA' DE UN REPORTERO
Por Zeus Munive
El otro perdón
(Mea culpa para iniciados en el mea culpa)
A raíz del spot del perdón que planea implementar la burbuja marinista para limpiarse la cara. El outsider también debe hacer un mea culpa y aceptar las consecuencias de lo que ello implica. Esta idea surgió desde hace tiempo y aunque va a sonar muy cursi lo que se leerá, las reacciones que genere, honestamente al outsider le valen madres.
Cuando se escribe desde el punto de vista de un periodista marginal todo se ve desde el mismo punto de vista: desde un valemadrismo, que aunque no existe dicha palabra, la intención se conoce y sino pos’ vale madre. Hago la aclaración —y eso sí es pertinente— que lo publicado no intenta ser un asunto de delación, aunque se va a tomar así.
Así que ahí va el mea culpa de un outsider más que incongruente:
Ser neutral es ser cómplice. Esta primera idea surgió a raíz de que el outsider escuchó la entrevista de Mario Marín Torres que concedió a Carlos Loret de Mola el 16 de febrero pasado por la mañana. El que esto escribe se sorprendió cuando escuchó a Loret de Mola decirle: “Pues sabe qué, no le creo”.
De pronto recordó, el outsider por su puesto, en alguna ocasión en Intolerancia cuando Enrique Núñez, a la sazón director operativo del diario, le censuró una entrevista con Mario Marín Torres que hizo, el que esto escribe, en la comunidad de San Nicolás de Los Ranchos. En aquella ocasión Marín dijo que Melquiades Morales lo había enviado a la congeladora. Aunque la nota sí salió publicada, la cabeza de portada fue: “Marín dice que será gobernador”, palabras más, palabras menos. Informativamente valió la pena porque sí se cumplió su dicho, no obstante, Valentín Meneses habló con Núñez vía telefónica para decirle que le echara la mano. Como la nota sí salió a dos planas en interiores con la cabeza de “Me mandaron a la congeladora”, Núñez le reclamó al editor de ese diario, Cirilo Ramos, porque la llevamos en ese tono.
Todos en ese periódico tragamos camote. Fuimos neutrales. Nos rebelamos porque la metimos en interiores pero soportamos que la línea la dictara un marinista duro y puro.
El outsider insiste que ser neutro es ser cómplice. Hace unos días Carlos Meza Viveros se quejaba en una entrevista —y vaya que Meza es uno de los pocos marinistas con respeto, por inteligente— que los medios no se pueden convertir en jueces. Ese mismo día el outsider escuchó a Granados Chapa en una entrevista con Denisse Maerker: “Los medios nos convertimos en jueces cuando no hay un estado de Derecho. Si el día de las grabaciones el gobernador hubiera reconocido su voz y se hubiera puesto a disposición de las autoridades para una investigación, los ciudadanos le hubieran concedido el beneficio de la duda, pero no fue así. Prefirió salir a decir que sí era su voz, que no era, convocó a la Puebla revolucionaria (…) Un periodista no se ejerce en juez. Un periodista hace un reportaje en el que investiga y debe sacar una conclusión. Analiza, observa, califica.”
De dicho comentario, el cuál celebro, se debe insistir: Ser neutro es estar castrado de los huevos y, por ende, es ser cómplice.
En marzo del 2004 en el periódico Intolerancia se firmó un desplegado en el que los directivos y trabajadores se congratulaban con Mario Marín Torres por haber sido electo candidato del PRI a la gubernatura del estado de Puebla. Dicho desplegado fue ordenado por el director general del diario y por el operativo, un sábado. El lunes que salió publicado, varios reporteros lo vimos y por su puesto que nos molestamos. Nadie dijo nada. Sólo Adolfo Flores Fragoso escribió que él no tenía nada que ver en ese desplegado. Obviamente, lo vimos como un traidor porque nadie se podía deslindar de dicho documento el cual generó críticas internas y externas además de pena ajena. Otra vez, tragamos camote. Efectivamente, no es que no hubiera reporteros marinistas, los había. Eso no es malo, al contrario, no obstante, no todos estábamos en esa jugada. El outsider debe reconocer, además, que simpatizó con el candidato perdedor Francisco Fraile. Y el outsider sabe que muchos no coincidían con Marín, pero nunca lo reconocerán públicamente por pena, por miedo, “porque un reportero jamás debe sacar sus filias y sus fobias” en público porque puede ser impugnado, criticado, porque le pueden cortar el chayo, correrlo del trabajo, entre otras tantas pendejadas.
Meses antes, en agosto del 2003, el outsider sacó una nota del discurso del arranque de campaña interna de Mario Marín había dicho que en el estado la salud, la educación, las carreteras y la pobreza continuaban mal (uy que observador). El que esto escribe interpretó dicho comentario como “es un madrazo a Melquiades Morales”. Por lo tanto la nota fue en el sentido de que le había corregido la plana al entonces gobernador. La respuesta de Marín fue bárbara dijo que Zeus Munive era un agente oscuro de la derecha y representaba a lo más recalcitrante del PAN. Por su puesto el susodicho se cagó de la risa. Marín lo declaró en Sicom y, vueltas que da la vida, con el reportero Julio Martínez en Síntesis.
Más adelante vinieron más presiones. La línea editorial, sino fuera por Mario Alberto Mejía que sabía manejarla, estaba copada por los marinistas. Núñez y Valentín Meneses intentaban llevar mano. Cada que Mario Alberto sugería la cabeza de ocho, Núñez pedía que se cambiara “o que le bajaran”. Si el jefe de información obedecía a Mario. Núñez decía que eran órdenes del director general de Intolerancia. Por su puesto cuando eso ocurría todo se paraba y se cumplían las órdenes superiores.
Un día, un personaje del cual me reservo el nombre, llegó a la redacción de Intolerancia a decirme que había dos periodistas de ese diario que estaban marcados por el marinismo. Uno de ellos era el outsider y el otro no lo publico si no tengo la autorización de esa persona.
Más tarde hubo más presiones con rumores contra uno de los mejores amigos del outsider, o sea el entonces director editorial de ese diario.
Hubo mensajes que eran para analizarse. Gracias a Dios llegó Cambio, que fue un respiro para muchos periodistas de cepa que, aunque de mole de chile, de dulce y de manteca, cupieron en el mismo jarrito.
Dada la situación, el outsider prefirió guardar silencio. Pensó que jamás alabaría a Marín, pero tampoco lo criticaría. Se guardaría. Se volvió cómplice: así lo hizo durante el primer año de Gobierno. Se corrompió en ese sentido. Sin quererlo también le lamió las botas al sistema que gobierna. El betún se lo puso en la lengua y limpió zapatos al quedarse callado de muchas, muchísimas cosas. Otra y otra y otra vez tragó camote.
Luego vinieron las denuncias penales contra los reporteros y las acusaciones con motes de pasquineros contra los que escribían notas incómodas. Llegó el encarcelamiento de Lydia Cacho. Y el outsider lo dijo en privado: “Estos son mensajes contra los periodistas”. El outsider tuvo miedo. “Si ves las barbas de tu vecino cortar…”
Regresando a la entrevista con Loret de Mola, Marín dijo que a él ya lo conocían en Puebla. “Es cierto”, pensó el que esto escribe. “Vaya que lo conocemos”, volvió a pensar.
Recordó también las declaraciones del gobernador y de sus seguidores con respecto a la prensa.
Eso obviamente mermó más el trabajo periodístico.
La autocensura es real. De que sí hay libertad de expresión la hay y de opinión, empero, el miedo ha sido tan grande que se ha caído en lo otro: en mentir, en callarse. “Mentir es desinformar”, escribió Raymundo Riva Palacio en su libro La Prensa de los Jardines y a ese grado se ha caído. No es que el outsider pida —es un pendejo que no es quien para hacerlo— la cabeza de un góber precioso, eso es un asunto meramente ciudadano. No, es que el silencio que se guardó fue ominoso y por ende cómplice.
En el periodismo a veces se vive en el síndrome de Estocolmo, pues uno se encariña de sus propios captores, sigue uno hasta el final aunque las situaciones sean muy adversas.
No se trata de ser un paladín de la justicia, ni se trata de subirse al callejón de los madrazos cuando la figura del mandatario ya está debilitada. ¡Qué chiste!, eso también es lamentable y a lo mejor este es el caso. Se trata ya de sacudir los archivos periodísticos e informar para no mentir.
Por lo tanto mea culpa.
AL MARGEN
Hurgando en el Blogger, me topé con un blog muy interesante donde el autor, Zeus Munive, periodista reconocido en Puebla, publicó su mea culpa abriéndose de capa y externando sus sentimientos respecto al "Preciosogate". Lo escribió el 21 de marzo. Salió publicado al día siguiente en Diario Cambio.
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